El día antes del regreso a Estambul para finalizar la aventura era el único día que no teníamos verdaderamente planeado, y ese día en Marmaris hubiera sido el típico que no echas de menos en un viaje sino hubiesemos vivido la experinecia que ahora contaré. Después del rutinario desayuno de pepino, tomate, aceitunas, queso y mantequilla o mermelada, y de haberse visto frustrada nuestra intención de visitar el pueblo de Selimiye (debido a los horarios de autobús), decidimos dejarnos llevar por la llamada del "estar tumbados en la playa descansando" y acercarnos a una urbanización cercana a Marmaris (maldita la hora, porque fuimos a parar a una playa atestada "literalmente" de güiris extranjeros). Llenos de sal y con una hamburguesa de la "M" en la barriga, nos dirigimos expectantes al segundo baño turco más grande del país, no podíamos volver a España sin disfrutarlo. Estoy seguro de que ha sido el mejor regalo que le he dado al cuerpo en toda mi vida, atención: 1º 15 m. de sauna, 2º 20 m. en una sala en la que primero te relajas haciendo contrastes de calor (tumbándote en una mesa azulejada que desprende calor) y frio (viertes por tu cuerpo agua de distintas fuentes), para posteriormente recibir un masaje con espuma por todo el cuerpo, 3º 20 m. de jacuzzi y 4º 20 m. de masajes, primero mascarilla y miel en la cara y, finalmente, con aceite por todo el cuerpo. Sólo faltaba un cola-cao y que alguien me arropase a la hora de dormir, pero no, tocaba viaje nocturno en bus para llegar a Istambul.
Llegamos algo tarde por la mañana y empezamos ya con bastantes prisas, y es que el día antes nos enteramos de que España jugaba contra Grecia y lo primero que hicimos fue ir a por las entradas al estadio. Más tarde la locura de las compras finales, empezando por el Bazar de las Especias, un pasaje donde su ambiente y atmósfera embriagadora te transportan a un mercado de ensueño (casi todos los puestos tienen las mismas cosas y el regateo es fundamental, decir siempre un tercio de lo que te ofrecen y después ir subiendo hasta alcanzar un acuerdo), y terminando en el Gran Bazar, un mundo sin fin para quien disfrute del sentimiento de querer comprar todo lo que ve y no poder, un sitio único sin duda.
Nerviosos y emocionados íbamos al partido de España en el Sinan Edrom Arena, si bien a la entrada y con la extrema seguridad exigida (no nos dejaron entrar ni carteles de ánimo ni monedas) nos fastidió bastante la ilusión que llevábamos, pero bueno, no dejamos que eso nos impidiera finalmente gritar la última victoria de la selección en el mundial de baloncesto. El vuelo de regreso, genial. Ah! no os perdáis las muchas fotos que del viaje voy a publicar seguidamente. Gracias Aurora por permitirle a tu "feo" vivir esta experiencia junto a ti y hacerla en todo momento fácil, un besazo.
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