Hola a todos los mochileros, compañeros de viajes con los que comparto ese sentimiento, a veces insaciable, de descubrir nuevos horizontes y vivencias que por un lapso de tiempo me permiten sentir vivo y alejado de lo cotidiano. Si bien no soy el primero, sí que para mí ésta es la primera vez en la que, a través del presente testimonio, sacio la necesidad de dejar constancia no sólo de los avatares del viaje sino también de mis impresiones personales.
ANTECEDENTES
¿Por qué Turquía? Múltiples fueron las razones, la principal su carácter distinguido respecto a anteriores viajes a América o Europa, las ganas de conocer de cerca el mundo musulmán y todo lo que le rodea, además de por supuesto los paisajes naturales (había sido cautivado por fotos de la Capadocia) y su trascendencia histórica. También lo ecónomico del viaje, unos 300 € ida y vuelta con tres meses de antelación, y la idea de un país barato lo conviertieron en el destino preferido.
Tenía claro que, de acuerdo con las fechas de que disponía, el mejor momento para visitarlo era finales de agosto y principios de septiembre, así podría evitar el grueso gordo de las visitas turísticas al ser temporada baja y, a la vez, disponer de un gran número de horas de luz diaria junto con unas temperaturas que me permitiesen disfrutar, simultáneamente, de rutas caminando en la Capadocia y baños en la costa sur. Y así ocurrió, no tuve nada de lluvia en las dos semanas y, salvo una sudadera para la Capadocia por la noche y el calor húmedo de la costa, las condiciones climatológicas fueron perfectas para cada actividad planeada.
Eran dos semanas el tiempo de viaje disponible, suficientes para hacerse una leve idea del país y visitar la mayor parte de los rincones más publicitados, a saber, Istambul, la Capadocia y la costa sur y sureste. Quien disponga de mayor tiempo o elija un viaje que excepcione los sitios más concurridos y turísticos, deberá dirigirse al norte, este y sureste del país, siendo seguró que experimentará una Turquía muy diferente a la que yo viví marcada, especialmente, por el sabor oriental y lo auténtico de su sociedad.
Respecto a los preparativos, seguro que no descubro nada nuevo, la mochila con la ropa justa y de poco peso (todo de verano con algún pantalón largo y sudadera, por si acaso impermeable también) y calzado cómodo (unas zapatillas o botas y sandalias para andar), botiquín de medicinas (para los problemas de estómago especialmente), seguro de viaje (el mejor que ví en Ocaso por 60€, más coberturas que en Mapfre), el doble de documentación con fotocopias siempre en sitios distintos por si se pierden o no funcionan (pasaporte, tarjetas bancarias, nº´s de contacto,...viene genial una riñonera por debajo de la camiseta). En cuanto al dinero, si lleváis efectivo (no es necesario mucho porque hay cajeros por todas partes y la comisión es equivalente a lo que se pierde en el cambio de divisa) cambiad lo indispensable para un día en el propio aeropuerto, el resto lo podéis cambiar en las casas cambio que existen (especialmente en ciudades grandes, en Istambul, al lado del Gran Bazar es la mejor).
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