Bueno, como siempre preocupado de actualizar el blog cada poco os traigo las fotillos de la semana de escalada veraniega.
Esta vez, los destinos elegidos y el buen clima hicieron del viaje una perfecta oportunidad para disfrutar de la escalda en distintas vertientes y con diversidad de experiencias. Y es que los cuatro primeros días Man y Beni se desplazaron a tierras vascas para descubrir (yo al menos) un rincón no muy conocido por estas tierras, Valdegobia. La sorpresa fue mayúsculas cuando, sin dejar de ser una pequeña escuela, este lugar ofrece una escalda técnica y variada (eso sí, con tallados en ocasiones) que recuerda a Cuenca, además de revelarse como el paraíso de los escaladores con niños pequeños por su corta aproximación y un prado que hace las delicias de los pequeñajos. Sin duda, un destino ideal para verano que sólo dista 3 horas y media de Madrid.
La segunda parte del viaje, a Rodellar, no hace falta presentación. Esta vez lo he disfrutado mucho más, estar fuerte (meterse en séptimo grado) creo que es un condicionante para poder disfrutar de esta escuela, hay pocos sextos y muy dispersos por la escuela. Eso sí, la calidad de estas vías desplomadas, aún no habiendo disfrutado del verdadero Rodellar con sus infinitas vías de chorreras (para la próxima), recompensan cualquier entrenamiento realizado durante la temporada. Además, la escalada está acompañada de un paraje increíble donde pueden hacerse alguno de los mejores descensos de barrancos (días de descanso), pozas donde aplacar el calor veraniego y, seguro, una cerveza bien fría para celebrar los pegues dados y enfriar los tendones dilatados.
Un abrazo para todos, Benito.
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